miércoles, 30 de julio de 2014

EVA ADVIERTE SOBRE LAS MANZANAS


En los últimos días, los medios de comunicación de nuestro país se han encargado de difundir denuncias, noticias y campañas relacionadas con la violencia de género, la dignificación de la mujer. La panorámica, puede decirse es turbia. Diariamente son cientos de mujeres que son maltratadas física o psicológicamente (algo que no es nuevo). Curiosamente no es siquiera por sus parejas, sino que ahora el desconocido que asecha las calles, los buses o en su defecto nuestro sistema de transporte masivo “Transmilenio” es quien propicia este tipo de comportamientos y abusos en contra de ellas. En las noticias figuran encabezados como: Acoso sexual a las mujeres en internet, mujer atacada con ácido, mujer asesinada, siete de cada diez mujeres víctima de violencia de su pareja. Pero al final todo resulta ser parte de una estadística. Ahora me pregunto: ¿Qué ocurre con aquello que no se dice todos los días en los medios? ¿Qué pasa con la realidad de las mujeres colombians, con su conciencia femenina y todo lo que compone su psiquis? Hace un tiempo, tuve la fortuna de encontrarme con las lecturas de la poeta Nicaragüense Gioconda Belli. Exiliada y revolucionaria. En las inmediaciones de su poesía pude encontrarme con la concienciación femenina y a la problemática a la que se hace alusión en este artículo. La literatura está hecha desde las entrañas, desde el dolor que cohabita en nosotros. Al encontrarme con el poema de Belli titulado *Eva advierte sobre las manzanas pensé en la radiografía de la situación de muchas mujeres en Colombia al oír y compartir variadas experiencias. En este poema se vislumbran tres momentos claves: “Me desgasté como piedra de río. / Tantas veces pasaste por encima de mis murmullos, / de mis gritos, /abandonándome en la selva de tus confusiones/sin lámpara, ni piedras para hacer fuego y calentarme, /o adivinar el rumbo de tu sombra”. Acá la escritora hace alusión a la soledad, al abandono y al desgaste frente al convivir con el menosprecio. ¿Por qué tanta deshumanización? En el segundo momento del poema se encuentra un giro crucial: “Por eso un día, /vi por última vez/tu figura recostada en el rojo fondo de la habitación/donde conocí más furia que ternura/y te dije adiós/desde el caliente fondo de mis entrañas, /desde el río de lava de mi corazón”. Acá es donde surge la decisión. ¿Estamos dispuestas a seguir durmiendo con el enemigo? ¿Qué decir de la dignificación y del respeto hacia nosotras mismas? En el tercer momento, podríamos hablar de una transformación de la conciencia: “Para nunca jamás/esta Eva verá espejismos de paraíso/no morderá manzanas dulces y peligrosas, /orgullosas, /soberbias, /inadecuadas/para el amor” esta transformación constituye el aprendizaje. Entonces, ¿permitiremos este tipo de comportamientos hacia nosotras? Sin embargo, surge en mí una preocupación por las mujeres que no hacen parte de la estadística. Aquellas silenciosas del dolor. Las que son víctimas del miedo, de la indiferencia y del egocentrismo aplastante de sus parejas. Las que asumiendo su maternidad de una forma responsable tienen que criar a sus hijos solas porque el susodicho no quiso comprometerse y afrontar su papel activo como padre. ¿Y qué decir de la demanda por alimentos? ¿La cuota intermitente de cien mil o ciento cincuenta mil pesos? ¿Y los que no aportan nada? ¿Seremos las Evas de espejismos como lo plantea Belli? Creo que la reflexión se plantea con los interrogantes sin respuesta que menciono entre líneas. Me imagino que los que tengan una concepción errada del feminismo, no se harán esperar en contra del artículo. Ese es mi deseo. *Tomado de http://www.elortiba.org/belli.html

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